ASÍ FUERON LOS SISMOS DE 1985 Y 2017 EN LA CIUDAD DE MÉXICO - AGENCIA MEXICANA DE PRENSA

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miércoles, 20 de septiembre de 2023

ASÍ FUERON LOS SISMOS DE 1985 Y 2017 EN LA CIUDAD DE MÉXICO


Sismo 1985


La Ciudad de México, una de las metrópolis más grandes y vibrantes de América Latina, ha sido testigo de varios sismos a lo largo de su historia. Dos de los terremotos más devastadores ocurrieron en 1985 y 2017, dejando una profunda huella en la ciudad y en la vida de quienes la habitan. En este artículo, exploraremos los eventos sísmicos de ambos años y cómo la Ciudad de México ha aprendido a lidiar con estos desastres naturales a lo largo del tiempo.


1985: El terremoto que conmocionó a la nación


El 19 de septiembre de 1985, a las 07:19 a.m., un sismo de magnitud 8.1 sacudió la Ciudad de México. Fue uno de los terremotos más mortales en la historia del país, cobrando la vida de miles de personas y dejando miles más heridas o desaparecidas. Los edificios colapsaron, las calles se llenaron de escombros y el caos se apoderó de la ciudad.


La falta de preparación y la mala infraestructura contribuyeron a que el terremoto tuviera un impacto tan devastador. La ciudad no estaba preparada para un sismo de tal magnitud y los edificios no estaban construidos para resistir un movimiento telúrico de esa intensidad. Además, la corrupción y la negligencia gubernamental se hicieron evidentes durante la respuesta y la recuperación.


La solidaridad y la resiliencia de los mexicanos se hicieron notar en medio de la tragedia. Miles de voluntarios se unieron para rescatar a las personas atrapadas entre los escombros y para brindar ayuda a los damnificados. Este evento marcó un antes y un después en la historia de la Ciudad de México y despertó la conciencia sobre la importancia de la preparación ante desastres naturales.


2017: El sismo que recordó al país su vulnerabilidad


Sismo 2017

El 19 de septiembre de 2017, exactamente 32 años después del terremoto de 1985, otro sismo sacudió la Ciudad de México. Esta vez, el temblor tuvo una magnitud de 7.1 y su epicentro se ubicó en el estado de Puebla, a unos 120 kilómetros de la capital. A diferencia del terremoto anterior, este sismo sorprendió a los habitantes de la ciudad en pleno día.


A pesar de que las medidas de prevención y respuesta ante sismos se habían mejorado significativamente desde 1985, el impacto del terremoto de 2017 fue considerable. Numerosos edificios colapsaron, incluyendo escuelas, oficinas y viviendas, dejando a su paso una estela de muerte y destrucción. La cifra oficial de víctimas mortales superó las 200 personas, con cientos más resultando heridas.


Sin embargo, también hubo una respuesta ejemplar por parte de la sociedad civil y las autoridades. Una vez más, los mexicanos se unieron para ayudar a los afectados y para rescatar a las personas atrapadas bajo los escombros. La solidaridad y el espíritu de ayuda mutua se hicieron presentes en cada rincón de la ciudad.


Lecciones aprendidas y avances en la prevención sísmica


Tras el terremoto de 1985, la Ciudad de México realizó importantes cambios en su infraestructura y en sus políticas de prevención sísmica. Se creó el Centro de Instrumentación y Registro Sísmico (CIRES) para monitorear y estudiar los movimientos telúricos en tiempo real. Además, se establecieron normas de construcción más estrictas para garantizar que los edificios fueran más resistentes a los sismos.


Estos avances se vieron reflejados en la respuesta al terremoto de 2017. A pesar de los daños sufridos, muchos edificios resistieron el sismo y no colapsaron. Los protocolos de evacuación fueron activados de manera más eficiente y se utilizaron sistemas de alerta temprana para prevenir mayores tragedias.


Los sismos de 1985 y 2017 marcaron un antes y un después en la historia de la Ciudad de México. Estos desastres naturales dejaron una profunda huella en la ciudad y en sus habitantes, pero también despertaron la conciencia sobre la importancia de la preparación y la solidaridad ante las adversidades.


A lo largo de los años, la Ciudad de México ha aprendido de estas catástrofes y ha implementado medidas de prevención y respuesta más efectivas. La creación de instituciones especializadas y la mejora en la infraestructura han sido fundamentales para reducir el impacto de los sismos en la ciudad.


Sin embargo, aún queda mucho por hacer. La Ciudad de México se encuentra en una zona sísmica de alta actividad y los sismos seguirán siendo una amenaza constante. Es fundamental que la sociedad civil y las autoridades continúen trabajando juntas para fortalecer la cultura de la prevención y garantizar la seguridad de todos los habitantes de esta vibrante metrópolis.